jueves, 5 de noviembre de 2009

lo que se ha dicho en la prensa de EL SINDICATO


EL SINDICATO (Francisco Miranda, La Calabaza del Diablo Ediciones Independientes, 2001)
“Francisco Miranda realiza en El Sindicato una “conversa colectiva”. (…) Existe un ansia de reen-cuentro con amigos y recuerdos (no importa si buenos o malos), una necesidad de rescatar un proyecto vital truncado por la vida, para quedarse con algunos retazos.
“En este relato, la escritura surge de cierta insatisfacción por la sospecha del fracaso; así, una parte de la narración revela cierto optimismo; mientras que la otra es, conscientemente, su reverso. En efecto, cuando hay pérdidas irremediables, el proyecto de escritura es un desafío mayor”1
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“Más allá de sus indudables méritos literarios, El Sindicato aporta otra mirada para la confección de un retrato generacional. La de miles de jóvenes que, tras la derrota y la decepción, optaron por ponerse al margen. Por hacerse a un lado frente a un país donde, poco a poco se fueron imponiendo la obsecuencia, el pasotismo y la frivolidad.2
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“Desde sus primeros libros, la narrativa de Francisco Miranda se caracteriza por su fuerza y cohe-rencia para retratar el mundo de los jóvenes marginales que viven en las barriadas santiaguinas… Sus cuentos y ahora su novela El Sindicato recrean las vivencias de una generación de jóvenes, nacidos en la década de los setenta…En tal sentido, uno de los méritos del trabajo de Francisco Miranda ha sido incorporar a nuestra narrativa una serie de personajes juveniles, prematuros, olvidados…”
“Miranda hace un descarnado y vital retrato de su generación, con un lenguaje, que al igual que en sus otros libros, es directo, ágil, auténtico en cada uno de sus giros. El Sindicato es una novela clave para entender el actual mundo juvenil, y es también una vigorosa y lograda novela, con personajes bien construidos y convincentes”.
“El Sindicato se une al catálogo de buenos autores jóvenes publicados por La Calabaza del Diablo. Una narrativa que quizá no ha tenido la difusión que merece, pero que se está abriendo paso a fuerza de vitalidad y buenas plumas”3 .
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“La novela de Miranda significa, en principio, un no desprendimiento absoluto de la tan reiterada no-vela generacional; sin embargo, desde el mismo tópico, logra constatar la existencia de un mundo popular o minoritario, olvidado por los discursos estético-literarios que mitifican y recuperan marginalidades. Miranda escribe a partir de la adopción de una primera persona ingenua, sentimental, nostálgica, derrotista y bárbara. El protagonista es un tipo que durante los ochenta vivió el apogeo de su existencia. Perteneció a un grupo de jóvenes poblacionales afectados por la represión política, adictos al vino, la marihuana y el disfrute de inútiles conversaciones de esquina”.
“… Creo leer en este texto, una palabra no impostada en torno a la marginalidad urbana. Quizás este sea el aspecto central del libro, literaturizar un eslabón perdido de la marginalidad: son los derrotados de siempre. Aquellos a los que se les impone tolerancia cero y se rotula mediante cifras inútiles. Para escucharlos realmente, para que el aburguesamiento se enfrente a su otro, bien vale la pena leer esta novela”4.

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1 Cánovas, Rodrigo, El Mercurio, Revista de Libros, sábado 2 de febrero de 2002, Pág. 3.
2 Pinos, Jaime, La Calabaza del Diablo, Nº 14, abril 2002, Pág. 45
3 Días Eterovic, Ramón, Punto Final, Nº 522, 14 al 27 de junio de 2003, Pág. 18.
4 Espinosa, Patricia, Rocinante, Nº 51, enero de 2003, Pág.  17.




martes, 20 de octubre de 2009

lo que se ha dicho en la prensa de PERROS AGONICOS




PERROS AGÓNICOS (Francisco Miranda, LOM Ediciones, 1997)

“Los relatos de “Perros Agónicos” hablan de los marginados sociales, de los sueños y frustraciones de la gente, en especial los jóvenes, injustamente postergada y maltratada por la sociedad. Sus personajes –subproletarios, vagos, drogadictos, ladrones, prostitutas– se insertan en la tradición de un teatro (Miguel Acevedo Hernández, Isidora Aguirre, Juan Radrigán) y una narrativa (Baldomero Lillo, la Generación del 38, Manuel Rojas) que reflexiona sobre los desposeídos, el destino trágico del hombre, su desesperanza”.
“… donde el oficio de escribir es una actividad importante, que revela un juego de conciencia que esta construyendo un universo elocuente… El lector es constantemente atrapado y seducido por un narrador comprometido que está recordando su propia existencia y, al mismo tiempo, la de otros. (…) Poner en evidencia la falsedad de lo establecido y derogar hasta el límite  es el gesto de subversión máximo, expresado en un lenguaje popular, lúdico, que no se evade de la realidad y que es usado como barricada contra los demás espacios ocupados por el poder autoritario”.
“Sus temas y motivos –destaca la búsqueda del erotismo como energía vital– nos hablan directamente de los problemas sociales, de nuestra situación precaria en la sociedad. Los personajes, conscientes de formar parte de un furgón de cola, son caracterizados en forma dinámica, cuyo destino está trastrocado por la experiencia concreta; pobreza, miseria y estragos humanos, sociales y de riquezas naturales que provoca la sociedad opulenta y arrogante. Son personajes de una cultura, mal llamada, posmoderna y que ha diseñado al ser humano como un viajero impenitente de los márgenes, de los bordes. (…) Así, el marginal es aquel que no se deja seducir, no se deja atrapar” 1.
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 “La veintena de cuentos incluidos en Perros Agónicos confirma que en la narrativa chilena de los últimos años Francisco Miranda aporta un modo de narrar vital, definido por personajes y situaciones que nos remiten a un mundo del que creemos saber mucho, pero que no siempre somos capaces de reconoce con profundidad…”
“… Es un autor que, en el desarrollo de sus cuentos, permite aquilatar una mirada atenta para captar las condiciones de su medio, que narra con la proximidad de un testigo interesado en recrear vivencias, con un lenguaje directo, convincente, auténtico en cada uno de sus giros. Sus cuentos son duros, violentos, como esa historia cotidiana de neoprén y desamparo reiterada a diario en cualquier esquina de nuestras poblaciones. Sus personajes viven al límite, sin posibilidad de salir de la marginalidad que los golpea. Ni siquiera el amor o los sueños son capaces de redimirlos”.
“Se dice que un buen cuento es, entre otras cosas, aquel que un lector no olvida y que al releerlo le provoca el mismo asombro, la misma atracción de la primera lectura. Y los cuentos que permanecen en la memoria son siempre aquellos en los que se refleja la condición humana con rasgos firmes y profundos. En los cuentos de Francisco Miranda esa humanidad está presente en el desamparo y rebeldía de sus auténticos personajes… Cuentos que evidencia a un narrador incisivo, que construye su andamiaje narrativo con buenas historias y la recreación de un lenguaje acorde con las características de los personajes. Con esos elementos, logra esa complicidad que, como decía Julio Cortázar, está en la esencia de la relación entre un buen cuento y sus lectores” 2.
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 “El imaginario de este volumen de narraciones (re)construye un Santiago, una parte de él, que poco a poco ha abierto intersticios en la escena literaria. Un mundo marginal, que por su propia fuerza triza el espejo de las imágenes establecidas. La violencia, manifiesta y mortal, el delito, la evasión drogadicta, el abandono, la desesperanza, traspasan las calles y esquinas de la ribera poniente de la ciudad, donde se desarrollan las historias de estos relatos. Son 21 textos breves, protagonizados por personajes cuya mera existencia es una rebeldía del modelo social y, por ello, un cuestionamiento. La urgencia los mueve al crimen, para superar su postergación, pero ello ahonda más el pozo en que se encuentran. Con una prosa descarnada, que asume los giros del habla coloquial, y la constitución de personajes auténticos, el conjunto vale más por lo genuino y sólido del mundo narrado antes que por las anécdotas” 3.
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 “Perros Agónicos constituye una alternativa a la literatura del esplendor”.
“… Francisco Miranda pretende apoderarse sin ceremonias de la tranquilidad cotidiana de los lectores para empujarlos a lanzar una mirada de desconfianza y recelo a su alrededor, temerosos de encontrar a alguno de los innumerables marginados que recorren amenazadoramente los oscuros rincones de la prestigiosa realidad económica contemporánea”.
“La literatura se transforma a menudo en una molestosa forma de conciencia. Denuncia lo que los lectores no quisieran percibir o muestra aquello que no desearían o que simplemente se niegan a contemplar. Los cuentos de Perros Agónicos iluminan el sórdido reverso de una sociedad que alucinada por el brillo del capitalismo desenfrenado se obstina en ignorar sus pies de barro, la existencia de las víctimas del proceso o de quienes han quedado en sus márgenes”.
“El lenguaje de Perros Agónicos se acomoda adecuadamente a los propósitos desacralizadores. No hay colores claros ni brillantes en su vocabularios. Sólo las diferentes tonalidades de la oscuridad se alternan con la sombría coloración de la sangre. Un mérito digno de mencionarse es la creación de un estilo donde alternan con familiaridad las deformaciones del dialecto popular y las voces extranjeras impuestas en el idioma por el sistema capitalista dominante” 4.
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 “Perros Agónicos es un libro de cuentos que no tiene nada de cuento. Es pura realidad chilena. Escrito por Francisco Miranda, nos muestra a los perros sobrevivientes que realizan actos de identidad, supervivencia, ataque y humor.  Alguien podría decir que es literatura “social”, pero su calidad literaria es innegable por su fuerza, su lenguaje como perspectiva de vida, su concisión y su indisimulable exasperación.
“El libro puede ser leído por literatos y sociólogos, pero sobre todo por jóvenes de todos los sectores, que se identificarán con esas mismísimas otredades. No hay ideologías, metafísica ni pomadas políticas. Se trata, más o menos, de la realidad en vivo y en directo, sin filtros, sin moralidad de circunstancia al estilo los “reality shows” de TV. Los cuentos –breves– tienen la particularidad de mostrar los límites del mundo popular juvenil, y son también el retrato detallado del otro lado: el de los cuicos, el de la formalidad institucional y otras yerbas cotidianas.  El autor adhiere a estos personajes al borde de la derrota definitiva, de la exclusión transformada en cárcel; del crimen no buscado que es consecuencia de circunstancias inmanejables; de la rabia, el paroxismo y la exasperación sin límites de la variada frustración: familiar, escolar, laboral, sentimental. Los relatos no siguen necesariamente la convención de inicio–desarrollo–fin. A veces sólo son crónicas abiertas que no se sabe cómo terminarán. Los perros agónicos no tienen pitutos pero no se apequeñan, van por las suyas, a todo ritmo.
“Los muchachos aperrados están enojados. Contra nadie en especial, contra todos en general. Contra la milicia, contra la explotación en el trabajo, la familia, la escuela, todo. No son rebeldes reflexivos sino rebeldes en una coyuntura desgraciada. Son  de tiempo escaso e incierto y la forma expresiva del autor permite establecer una continuidad en el fondo y la forma de la narración. Los relatos son cortos y corta es también la vida de algunos de sus personajes: unos siguen agonizando, otros mueren” 5.
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­1 Aguilar, Milton, Las Últimas Noticias, 19 de julio de 1997, Pág. 23.
2 Días Eterovic, Ramón, Punto Final, Año XXXI, Nº 402, 5 al 24 de septiembre de 1997, Pág. 18.
3 La Tercera, lunes 17 de octubre de 1997, Pág. 45.
4 Promis, José, Revista HOY, Nº 1.057, del 27 de octubre al 2 de noviembre de 1997, Pág. 57.
5 Jiménez, Gustavo (sociólogo), La Nación, sábado 23 de octubre de 1999, Pág. 4.

sábado, 10 de octubre de 2009

lo que se ha dicho en la prensa de DES(H)ECHOS



DES(H)ECHOS (Francisco Miranda, LOM Ediciones, 1993)
“Des(h)echos permite conocer a un autor que ha hecho de la marginalidad su tema y que en el desarrollo de sus cuentos permite conocer una mirada atenta para captar las condiciones de su medio y narrar con la proximidad de un testigo interesado en sus personajes y en recrearlos a través de un lenguaje directo, convincente en cada uno de sus giros. Sus cuentos son duros, violentos, como esa historia cotidiana y subterránea que nos rodea y no siempre se reconoce”.
“El cuento que permanece en la memoria es siempre aquel que refleja la condición humana con rasgos firmes y profundos; y en los de Francisco Miranda esa humanidad está presente en el desamparo sin salida de sus auténticos y reconocibles personajes juveniles” 1.
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“Des(h)echos, la segunda parte de este libro está constituida por seis narraciones breves, en las cuales el tema que las define es la marginalidad: su caracterización, causas y consecuencias. Son historias cotidianas, aquellas que aparecen periódicamente en los medios de prensa, pero consideradas aquí en sus aspectos sociales y humanos.”
“En estos cuentos los personajes, jóvenes, marginales, protagonizan historias propias de dichas circunstancias (…). De esta manera, la prostitución, la drogadicción y la delincuencia juvenil son planteados como el resultado de un determinado orden económico y social, aun cuando la denuncia del mismo no es directa o explícita”.
“… Con esto no pretendemos decir que el resto de los textos sean creaciones ficcionarias; de hecho, lo más probable es que su origen se encuentre en incidentes efectivamente ocurridos, pero el tratamiento que les ha dado los convierte en cuentos propiamente tales”.
“Como cuentista, Francisco Miranda pareciera tener mucho que mostrar aún. El tiempo dirá si incursiona en otras temáticas y logra utilizar su lenguaje directo, realista e intenso, en la descripción de otras realidades…” 2.
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 “Nos parece interesante destacar sobre todo el trabajo narrativo (“Des(h)echos”), pues nos parece que en dicho ámbito radica uno de los aportes que realiza Francisco Miranda. En efecto, desde la descripción de ambientes (sectores poblacionales … y otras geografías que, para otros autores, parecieran no existir), hasta los personajes escogidos para dar cuenta de este plano de la realidad (… en fin todo aquello que no vemos en televisión, sino de una manera superficial, lastimera y tremendista) En los cuentos de Miranda no puede existir un “mea culpa” posible, porque sus protagonistas no tienen mucho de que arrepentirse, tal vez porque tampoco tienen mucho que perder”.
“Es precisamente esta situación de encontrarse fuera de la cancha lo que caracteriza a los personajes de los cuentos de Miranda, más aún si se considera que, tradicionalmente, la literatura comprometida, social o de izquierda, no acostumbra indagar sobre la vida de los tipos marginados en los cuales este escritor ha puesto su mirada. Generalmente, la literatura social construía mundos en donde casi todo era blanco y negro: ricos malos y pobres buenos. Sin embargo, estos cuentos nos presentan otros aspectos, propios de la realidad de los sectores populares, reales y violentos, que no han sido suficientemente descritos; no son los pobladores y obreros organizados, optimistas y convencidos de la necesidad de realizar algún tipo de cambio social, sino aquellos marginados incluso, a veces, de entre los propios marginados…”
“Por ello mismo, al considerar las vidas de estas personas en sus cuentos como ejes centrales de los mismos, Miranda las dignifica y las humaniza: no se transforma en un escritor moralista que sanciona las conductas erradas, ni tampoco un predicador social que anuncie el mundo mejor que vendrá. Se limita a describir lo que le resulta más cercano, aquello que parece conocer o haber conocido, una realidad cotidiana, pero que también es profunda. Las razones de la delincuencia, y el problema humano que ella implica, están presente en estos cuentos, los cuales –pudiéndose considerar como policiales– no tienen ninguna relación con la morbosidad, el pánico o el espectáculo …”
“Por otro lado, al hablar de estas realidades que existen en el mundo popular, Miranda nos lleva a recordar que todo ser humano marginado socialmente requiere respeto y preocupación por su existencia, al margen de si dicha existencia es útil o no para el desarrollo de un determinado análisis o proyecto político” 3.
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1 Díaz Eterovic, Ramón, Punto Final, agosto de 1993, Pág. 18.
2 Guajardo, Ernesto, El Siglo, tercera época, Nº 445, del 12 al 18 de febrero de 1994, Pág. 14.
3 Anónimo, El Hereje, Año 3, Nº 8, septiembre de 1995, Págs. 4-6.

jueves, 17 de septiembre de 2009

lo que se ha dicho en la prensa de SUBVERSOS


SUBVERSOS  (Francisco Miranda, LOM Ediciones, 1993)
“SubVersos”, un conjunto de treinta poemas, es la primera parte de este libro. Versos en los cuales la opción por desarrollar una poesía política es evidente, incluyéndose así en la larga tradición existente al respecto en nuestro país.
“Por lo anterior, el hablante en este caso se sitúa explícitamente en una categoría social concreta y de-terminada, que es aquella identificada con los marginados de este sistema. Esto se aprecia desde el propio título de estos trabajos, en donde el prefijo sub, que tradicionalmente indica una situación de inferioridad, aquí denota lo otro, la realidad que subyace, aquello que la pupila oficial no percibe o no desea percibir. Pero no solo eso, además son subversos, es decir, versos con voluntad de subvertir.
“El compromiso social que es manifestado por este hablante se expresa en la reocupación por los marginales, por el cristianismo popular, por la problemática de los derechos humanos, pero por sobre todas las cosas, por una actitud de recuperar la memoria colectiva común a toda una generación […]. Pero si algo distingue este discurso de otras nostalgias y visiones apesadumbradas de un mundo que pudo ser y no fue, es la rebeldía asumida […]. Incluso la problemática de las violaciones a los derechos humanos se caracteriza más por la exigencia de justicia que por el llanto sobre los caídos; de hecho es una “pena que convoca a más intentos”.
“Estos poemas no son sino el intento de expresar estéticamente una realidad que, considerándola tal vez muy poco posmoderna, varios artistas e intelectuales han preferido ir olvidando…
“[…] La poesía política no solo requiere de convicciones sostenibles y desarrolladas aun en tiempos difíciles, necesita también de una evolución cualitativa, en lo que dice relación con sus aspectos creativos y estéticos. Solo así se convierte en útil el compromiso asumido, por cuanto desarrolla no solo la poesía política propia-mente tal, sino que también eleva la capacidad de recepción estética del destinatario que recibe dicha creación”1.

1 Guajardo, Ernesto, El Siglo, tercera época, Nº 445, del 12 al 18 de febrero de 1994, Pág. 14.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

el sentido del sur


Literatura, escritura, historia, mito, leyenda, chisme, rumor, verso, habladuría, conversa, relato, escrito, oralitura, letra, quimera, fábula, apólogo, ficción, cuento, tradición, invención, epigrama, épica, cotilleo, murmuración, cuchicheo, susurro, murmullo, crónica, narración, descripción, novela, visión, delirio, ensueño, ilusión, fantasía, sueño, alucinación, parábola, patraña, alegoría, anécdota, aventura, mentira, embuste, parloteo, charlatanería, infundio, parábola, testimonio, pasado, creencia, memoria, utopía, creación, invento, engaño, descubrimiento, ficción, hallazgo, sátira, drama, tragedia, comedia, romance, relato, epopeya, narrativa, lírica, poética, moraleja, labia, alegoría, metáfora, juramento, expresión, pacto, término, compromiso, voz, ofrecimiento, habla, oferta, dicción, verbo, vocablo, promesa, lenguaje, lengua, patraña, farsa, embuste, odisea, desventura, calamidad, desdicha, tragedia, suceso, teatro, dicho, palabra…

viernes, 14 de agosto de 2009

weupife


Pincha este  link para escuchar y escoge Weupife
MUSICA:  ZEMOG  - Letra  basada en el poema WEUPIFE de Francisco Miranda


yo soy el weupife
desde siempre solo recuerdo el recordar
toda la memoria de mis ancestros
yo soy el weupife
un viejo sabio grabó en mi mente
hazañas de antiguos hombres de la tierra
yo soy el weupife
escuché una y otra vez más el origen,
el trayecto y el sentido
yo soy el weupife
la voz y la palabra de los demás
los actos y el saber de los otros

yo soy el weupife
mi razón de ser es el relato
sin alterar las palabras ni su acento
sin omitir las frases ni su fuerza
yo soy el weupife
y cuento los relatos de la memoria
y recito los himnos del ritual
y lloro las penas de mi gente
y canto las fiestas de mi pueblo
yo soy el weupife
este es mi modo profundo de ser
este es mi sentido real de vivir

yo soy el weupife
no es mi naturaleza lo falso
no es mi origen la mentira
no es mi destino el engaño
yo soy el weupife
historiador pensador cantor de tradición oral:
esa brisa matinal y fresca
ese viento húmedo de invierno
ese huracán sangriento de la guerra
yo soy el weupife
de los hombres de la tierra
de los hijos del sol y de la luna
de los hermanos de la noche
de los amigos del vino y el amor

yo soy el weupife
vengo a cumplir por misión
evocar vidas de mujeres
entregadas a la vida y a la muerte
a la ternura y a la guerra:
hijas del espantapájaros:
sus pasiones, sus visiones sus placeres,
sus dolores sus pesadillas,
sus maravillas sus riquezas, sus miserias

yo soy el weupife
imploro al sol que no me ciegue
imploro a la luna que no me pierda
pido al agua que no me ahogue
pido al fuego que no me hiele
ruego al viento que no me quede
ruego a la tierra que no me derrumbe